Sentido de pertenencia a la profesión docente
La
docencia es una actividad ocupacional que tiene todas las características por
las que se define una profesión: a) presta un servicio específico a la
sociedad; b) es una actividad social encomendada y llevada a cabo por un
conjunto de personas que se dedican a ella de forma estable y obtienen de ella
su medio de vida; c) los docentes acceden a la profesión tras un largo proceso
de capacitación, requisito indispensable para estar acreditados y poder ejercerla;
y d) forman un colectivo organizado (colegios profesionales y sindicatos) que
tiene o pretende tener el control monopolístico sobre el ejercicio de la
profesión.
La
profesión de la docencia es una práctica relacional, que se caracteriza por ser
una actividad en la que el profesorado tiene la responsabilidad de facilitar el
desarrollo de su alumnado en todas las dimensiones de su personalidad. Para
esto, es fundamental el compromiso de establecer y mantener relaciones de
confianza y cuidado. Los productos más valiosos del proceso de
enseñanza–aprendizaje son, sobre todo, relacionales como: el entusiasmo
intelectual, la satisfacción compartida ante un descubrimiento o ante un
material nuevo, la experiencia de seguridad en una clase con un clima de entendimiento
y cortesía.
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Desde
la perspectiva de la ética del cuidado, el buen ejercicio profesional docente
incluye la creación de relaciones de confianza mutua, que permiten al
profesorado conocer a su alumnado y plantear las intervenciones educativas en
función de los intereses y las necesidades del mismo
El
profesorado, que realiza prácticas docentes buenas, también es un ciudadano
ético, puesto que contribuye a generar capital social en la comunidad civil a
la que pertenece. Las buenas prácticas docentes generan la confianza de los
ciudadanos en el profesional y en sus colegas de profesión, satisfacen las
expectativas sociales sobre el significado de la profesión y la fiabilidad de
la misma para resolver los problemas personales y sociales. Cuando una sociedad
tiene capital social abundante se facilitan las relaciones de sus miembros, se
dinamizan las energías propias de esa sociedad y se produce desarrollo humano.
Las
prácticas docentes que generan capital social son aquellas que encarnan los
valores de la ética civil, es decir, prácticas que potencian la autonomía del
profesional y de los usuarios, las relaciones horizontales entre los miembros
de la sociedad y el respeto entre los actores de la comunidad educativa.
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